Hay un dato evidentísimo: el partido que jugamos en pista cubierta es sinónimo de derrota segura. Esto nos viene ocurriendo temporada tras temporada, y en el partido de ayer, aunque la ocasión y el rival eran los propicios para resarcirnos y romper con la estadística, salimos derrotados nuevamente. Tomemos de excusa, como hacen los profesionales, lo que dijo Edu tras finalizar el partido: "Este campo me / nos cansa mucho".
Durante los instantes iniciales del choque, el equipo saltó a plantar cara ganando la partida al Sansa en el centro del campo, robando balones, elaborando con acierto las jugadas y sacando bien el balón jugado desde atrás con un Juan omnipresente en todas las acciones.
El equipo que manejaba totalmente la situación y no dejaba que llegaran las contras del Sansa, se diluyó como un azucarillo cerca del minuto 8 con una acción desafortunada que fue el punto de inflexión del encuentro. Alberto, horrible durante toda la tarde, pierde un balón en la zaga y cede mal el cuero a Juan, que no tiene más remedio que cometer falta ante una, más que probable, ocasión manifiesta del equipo rival. Tras el lanzamiento de la misma llega el 1-0 ante el que poco puede hacer Diego.
Transcurrían los minutos y el equipo comenzaba a ser, por primera vez este año, un calco del de la pasada campaña: un equipo desquiciado, roto y sin ideas. Ejemplo de ello fueron las innumerables y reiteradas pérdidas de balón en la medular, los desmarques de todo el equipo por la misma banda, o buenos desmarques, ¿verdad, Jaime?, que quedaban sin el premio de un pase del compañero. En definitiva, que nuestro juego se traducía en jugadas truncadas o inacabadas. Aún así se llegaba, claro, pero a cuentagotas y con ocasiones de poco peligro ante el marco rival; la mayoría de las veces eran tiros al muñeco o disparos que terminaban por encima de la porteria del Sansa.
Ya, en este tramo del choque, el Sansa se había hecho con el mando del partido, tocando el balón con paciencia, inusitada hasta el momento, y esperando su oportunidad al contragolpe. Con este resultado parcial de 1-0 llegamos al descanso, con la idea de mejorar y con muchas ganas de darle la vuelta a la tortilla.
La segunda parte fue más vistosa y disputada. El equipo empieza a despertarse del mal primer tiempo y sale con más fuerza y empeño, pero, sin embargo, en una jugada bien trenzada por el Sansa, llega el 2-0. Habían transcurrido sólo tres minutos desde la reanudación del encuentro.
Lejos de agachar la cabeza y venirse abajo, como ocurría otros años en la misma situación, el equipo apeló al espíritu de Juanito y buscó la remontada desesperadamente.
Tras prácticamente 20 minutos regalados al Sansa, el equipo nuestro comenzó a hilar jugadas y a acercarse con insistencia y cierta claridad al área rival, pero con bastante poca suerte. Tres o cuatro unos contra uno fueron salvados in extremis por el portero local. Ni Juanma, ni David, ni Edu, ni Juan tuvieron fortuna.
La cosa podía haber sido peor para nuestros intereses si el Sansa acierta a convertir en gol un tiro que se estrelló en el palo. Pero, de la cruz, la cara, y, poco tiempo después, hacia el minuto 10, llegó el gol de la esperanza celeste (2-1). Dani aprovecha una buena jugada personal para batir por alto, y sin contemplaciones, al portero rival. En este momento, el equipo cree más que nunca en la remontada, hasta que, para chasco, tres minutos más tarde, el Sansa tras un aislado y certero contragolpe marca el tercero de la tarde (3-1), abriendo de nuevo las distancias en el electrónico. Confiados a su suerte, el equipo de San Saturnino concede el balón a nuestro bloque, de manera premeditada, y se suceden las ocasiones por nuestra parte, que no duda en desbaratar el portero del Sansa, probablemente uno de los mejores de ellos. El 3-2, que tarda en llegar, se produce en el minuto 22, cerca ya del final. David arranca en carrera, chuta cruzado, pegadito al palo, desde la línea de puntos, sorprendiendo al portero rosita.
Sin tiempo para más, el equipo buscó el empate hasta el último suspiro, encerrando al Sansa en su propia porteria y desaprovechando una triple ocasión que chocaba, una y otra vez, contra la nutrida defensa local. El Sansa mientras tanto a lo suyo, perdiendo el tiempo y los nervios cuanto podía, y más, hasta que al pitido del árbitro logro alzarse son una, a mi juicio, justa y merecida victoria final.
Esta ha sido la crónica y así la he contado.
Es cierto que el equipo tiene que mejorar, que hemos marcado sólo 7 goles en 3 partidos, y que falta gol, pero hay cosas que me han gustado mucho, como que este año no nos damos por vencidos por ir palmando 2-0, como todos sabemos que pasaba otros años. Desde estás últimas líneas quiero dar mi más sincera felicitación a los nuevos integrantes de la plantilla (Armando y Jaime), que lo están dando todo por el equipo y se están ganando un puesto en el cinco inicial.
Nada más, compañeros, simplemente deciros que tengo muchas ganas de que llegue el próximo domingo para darlo todo contra los terceros clasificados.
